Nació en Sarria (Lugo) en 1576 y se trasladó a Valladolid en 1605 debido a que allí se había establecido la corte. Completó su formación con Rincón y comenzó a atender importantes encargos provenientes de una clientela adinerada, como por ejemplo, Felipe III, el Duque de Lerma, los Condes de Fuensaldaña o las principales órdenes monásticas.
En Valladolid, también estudió las obras de Juan de Juni y de Pompeo Leoni. De este último adquirió una elegancia estilizada y académica, como se aprecia en su estilo inicial y de Juni, tomó las imágenes religiosas de gran dramatismo, aunque Gregorio Fernández incorporó un mayor naturalismo en sus obras.
Su producción refleja un cambio estilístico. Parte de un refinado manierismo y va evolucionando hacia el naturalismo barroco. Adecua sus trabajos a los ideales contrarreformistas que imperaban en la época y que consideran al realismo como el lenguaje plástico más idóneo. Las figuras se policroman con colores sobrios para evitar la distracción del fiel. Las actitudes son calmadas pero de intenso dramatismo y se emplean postizos como ojos de cristal, dientes de marfil, etc., para reforzar ese acercamiento a lo real.
Trabajo de: Pablo Cebrian, Jessica Perez y Ana Asensio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario